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Con una inversión de 7.5 millones de pesos, el Rector de la máxima casa de estudios en Guerrero, destacó su impacto en la formación integral de los estudiantes. La obra fue financiada a través de recursos estatales  y autogenerados por la institución.

El acuerdo promoverá programas académicos, culturales y de bienestar, reforzando oportunidades como prácticas profesionales y apoyo estudiantil.

La UAGro y Laboratorios Silanes, mediante Redtox, establecerán programas de capacitación, investigación y protocolos clínicos para mejorar la atención de intoxicaciones causadas por especies venenosas en las comunidades de Guerrero.

En el corazón de Guerrero, donde los desafíos sociales y económicos se entrelazan con un profundo anhelo de progreso, la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) ha emprendido una transformación que trasciende lo académico para convertirse en un movimiento colectivo. Bajo el liderazgo del Rector, Dr. Javier Saldaña Almazán y la fuerza de una comunidad universitaria comprometida, la institución ha dejado atrás los rezagos que alguna vez la limitaron para abrazar un modelo educativo que combina excelencia, innovación y un arraigado sentido de responsabilidad social. Esta no es una simple modernización administrativa, sino una reinvención cultural que coloca a la universidad como un actor clave en el desarrollo de la entidad. 

El camino recorrido ha sido significativo. Aulas renovadas, laboratorios equipados con tecnología de punta y trámites que ahora se resuelven con agilidad son solo la superficie de un cambio más profundo. Detrás de cada mejora en infraestructura hay un compromiso con el tiempo y las oportunidades de los estudiantes, esos jóvenes que ya no tienen que enfrentar la burocracia como un obstáculo, sino que pueden dedicar sus energías a lo esencial: aprender, investigar y crecer. La transparencia en el manejo de los recursos, avalada por años de auditorías limpias, no es un logro menor en un país donde la desconfianza hacia las instituciones suele ser la norma. Esta solvencia ética ha permitido que cada peso invertido se traduzca en beneficios tangibles para la comunidad universitaria.

Pero una universidad no se mide solo por sus edificios o sus sistemas eficientes, sino por la calidad humana y profesional de quienes forma. La UAGro ha comprendido que en un Estado como Guerrero, marcado por desigualdades históricas, no basta con entregar títulos: hay que formar ciudadanos con conciencia crítica y capacidad de incidir en su entorno. Los planes de estudio, actualizados con visión de futuro, ahora integran desde inteligencia artificial hasta desarrollo comunitario, porque el conocimiento debe ser tan dinámico como los retos que enfrenta la sociedad. La respuesta ante las emergencias por huracanes demostró que esta universidad no es una isla académica, sino un actor solidario que se levanta junto a su pueblo en los momentos más difíciles, reconstruyendo no solo espacios físicos sino también esperanzas. 

El liderazgo del Rector Saldaña Almazán ha sido fundamental, pero el verdadero motor de esta transformación ha sido la comunidad universitaria en su conjunto. Docentes que renuevan sus métodos, estudiantes que exigen una educación relevante, trabajadores que suman esfuerzos: todos han sido parte de este renacimiento institucional. La elección unánime como Presidente del CUPIA no es solo un honor personal, sino un reflejo del prestigio que la UAGro ha recuperado a nivel nacional. 

Sin embargo, en un mundo que cambia a velocidad vertiginosa, detenerse no es una opción. La UAGro debe seguir cultivando una cultura de innovación permanente, donde la modernización no sea un proyecto ocasional sino un hábito institucional. Esto implica mirar con valentía hacia adelante, adoptando lo nuevo con discernimiento, pero sin miedo, y dejando atrás lo que ya no sirve, aunque duela desprenderse de viejas prácticas. El verdadero compromiso con los estudiantes exige esta flexibilidad: una universidad que se aferra a lo obsoleto traiciona su misión. 

Hoy, la UAGro escribe una historia distinta, pero el reto es mantener vivo este espíritu transformador. Que estos logros no sean un punto final, sino el cimiento de una evolución constante. Porque en las aulas de esta universidad no solo se forman profesionales, sino que se construye el futuro de Guerrero. Y ese futuro merece una institución ágil, audaz y siempre fiel a su esencia: ser un espacio donde el conocimiento no se encierra en libros, sino que se convierte en herramienta de justicia y progreso para todos.

El Rector, evaluó logros de su gestión con personal administrativo, reforzando compromisos de eficiencia, transparencia y calidad educativa para consolidar a la universidad como referente nacional con inclusión social.